Ser casa de acogida

En los 7 años que llevo acogiendo perros he perdido la cuenta de las veces que la gente me ha preguntado si luego no me da pena darlos en adopción. He de confesar que sí, da pena, pero también es verdad que con el tiempo vas tomando conciencia de que tu labor es darles un hogar de tránsito entre el abandono y la adopción. No voy a negar que al principio, puede que incluso con los primeros 10 o 15 perros, las despedidas son duras y no puedes evitar pensar que el perro se sentirá momentáneamente abandonado por ti, hasta que se acople a su nueva familia, proceso que no suele ser largo.
Con más de 50 acogidas a mis espaldas he de confesar que esta labor engancha. Son tantas las satisfacciones que te dan estos animalitos que compensa con creces el mal rato que puedas pasar cuando los das en adopción. Ver cómo cambian desde el primer día que entran en casa sucios, despeluchados, muchos de ellos con miedo, incluso pavor, estrés,... no tiene precio. Yo debo mucho a todos los perros que han pasado por casa, de todos he aprendido y todos me han dado todo el cariño del que son capaces, ¡¡que es mucho!!
Si tuviera que contar mi relación con todos los perros que he tenido en acogida, necesitaría casi un libro para ello, pero voy a centrarme en 3 experiencias:
94bAyla, una podenca de unos 4 años, llegó a mi casa asustada y sin haber conocido el calor de un hogar; tenía miedo y no sabía lo que eran las caricias, pero además, vino con sorpresa; tan sólo 4 días después de llegar a mi casa parió 4 cachorritos. Fue una experiencia increíble, pero supuso que la población canina de mi casa pasara de 3 a 7!!
Ayla, además de criar muy bien a sus 4 cachorros, poco a

poco fue cogiendo confianza y empezó a disfrutar del calor de un hogar, de las caricias y los juegos; ver su evolución y cómo aumentaba su confianza en mí es algo que no se puede describir con palabras.
Tanto Ayla como sus cachorros disfrutan ahora de sus familias definitivas.

110917-exhibicionperros-588Patas, mastina de 10 meses que llegó a casa desnutrida y sin fuerzas. Pesaba tan sólo 30kg, cuando debería pesar 50Kg. Se encontraba tan mal que no quería ni comer, tan sólo bebía y vomitaba lo que bebía; estuvo 3 días con suero intravenoso en la clínica Alcor y poco a poco le fuimos dando alimento. Había que levantarse cada 3 horas por la noche para darle un poco de comida para que su cuerpo la fuera asimilando y no la vomitara.
Patas fue cogiendo fuerzas y peso y se convirtió en un perro muy conocido en el barrio, era preciosa y muy simpática!!
Cuando fue adoptada pesaba ya más de 40kg y ahora ya disfruta del cariño de una familia con la que es feliz.

 mesainfalcala 09Berlín, mestizo de 3 años y tamaño mediano. Entró en mi vida a finales de agosto de 2012, venía de pasar muchos meses en una perrera y estaba sucio, despeluchado y un poco asustado. Su carácter era un poco problemático con los otros machos, pero en su caso la castración fue fundamental para un cambio en su actitud. Cariñoso, juguetón, mimoso,... nadie pareció interesarse en él durante 7 meses, así que, después de más de 50 acogidas, en marzo de este año, decidí adoptar a Berlín y darle la vida que se merece, porque es un perro maravilloso, su único problema era ser un mestizo, pero, afortunadamente, a mí y cada vez a más gente, eso nos da igual.

La labor de las casas de acogida es vital para todas las protectoras de animales y, más aún, para aquellas como APAMAG, que no disponen de un albergue propio. Acoger a un animal abandonado es una experiencia enriquecedora que yo personalmente recomiendo; que da pena cuando se van, sí, pero hay que pensar que probablemente le has salvado la vida, que sin ti se habría quedado en la calle a merced de multitud de peligros o en una perrera con el riesgo de ser sacrificado.
Hay muchos animales esperando una segunda, a veces tercera o cuarta, oportunidad; ¡Anímate a acoger!

 

Ana Alonso, miembro de APAMaG, casa de acogida y mucho mas!